En verano, almorzando bajo los manzanos, junto a la higuera, los ciruelos, matas de fresas y frambuesas, salpicados por el aroma a menta y hierba buena. Los recuerdos de la infancia, esos que nos marcan para toda la vida, con sus olores y sabores, porque nos construimos a punta de ellos! Y estos vuelven una y otra vez …. El murmullo del río. Largo, muy largo, que cae desde el embalse, pasa por el viejo molino y baja serpenteando entre los matorrales hasta formar un remanso, y vuelve a bajar otra vez retorciéndose en grandes cascadas sobre las enormes piedras. Con el puente colgante que lo cruza y cruje balanceándose como hamaca, a veces alcanzado por el rocío. De derecha a izquierda un infinito de tonos verdes y azules entre el follaje nativo, boldo, litre, ladridos de nuestro fiel guardián, risas…. Es la niñez, la comida de la abuela, las historias del abuelo, las fallidas clases de piano, los paseos a la montaña, en bote por la laguna, los picnics, caza, pesca, fogatas, excursiones…Mucho amor, traducido en la buena mesa y esta tarta, que no faltaba al desayuno, mi abuela la hacía con sus mermeladas caseras y la mezclaba con crema.
Tarta de la Abuelita
Para un molde de 20 cm aprox.
Ingredientes2 tzs de harina 3/4 tz de mantequilla sin sal en cubitos Una pizca de sal 5 cdas de agua helada 1-1/2 tz de mermelada de mora o frambuesa
Preparación
|
Y se hizo de noche…Del baúl de la abuela y del fondo de la memoria, salen y salen los recuerdos…